Comparto con ustedes un microcuento que publiqué este mes en la diminuta e informativa revista Oveja Negra... simpática guía de Lima, donde escribe otro apasionado fan de Clarice Lispector, Jaime Vargas Luna.
Yihan hizo una foto muy divertida, que no es ésta, en la sesión más rápida de la historia. Recién la conocía, pero nos pusimos al día en nuestras vidas en apenas una hora.
Y a mis hermanos que están fuera, no se asusten, no pienso morirme tan rápido.
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Tus manos son lindas. Siempre me han dicho esto y yo me lo he creído y hasta las he sacado en comerciales de televisión sosteniendo cosas para los cuerpos de otros. Y hasta les han dedicado un poema.
Una compañera de la oficina tomó mi mano izquierda. Yo creía que buscaba las huellas de un aro de matrimonio. Cuando rozó con su dedo mi “línea de la vida”, me dijo que era muy corta y sentenció esta brevedad con el anuncio de que moriría a los cuarenta y tres años.
Cruzaba la calle, cualquier calle. Una gitana me gritó para leerme la suerte. Yo no quise y me persiguió varias cuadras. Porque me dio lástima, le cedí mis manos. Escogió la izquierda. “Morirá a los cuarenta y tres. Lo lamento”.
Mis pies son feos. Cuando estrené sandalias nuevas, una chica me dijo que mis pies eran horripilantes y enormes. Mi mejor amiga, que la había escuchado, le respondió que eran, simplemente, “extravagantes y largos”.
En la playa permanezco echada boca abajo. Mientras todos se bañan de mar, hundo el pie derecho en la arena. Llegará, tiene que llegar, quien alce mi pie izquierdo para leerlo.
1 comentario:
Te quedó muy bien el cuento.El remate es genial;no sé si fue porque me dejó pensando en la línea de vida de mis manos o en la información secreta que contienen mis pies.
Y me he quedado también reflexionando si vivir lo suficiente es una cuestión epidérmica,de merecimientos o simple casualidad.
Saludos
Jorge
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