El perro de la vecina, espulgado, alimentado y querido, olfatea el hocico del perro que se ha apropiado de la cuadra. Tiembla el suyo ante los aromas, sabores, territorios jamás conquistados; tiembla su cola, todo él tiembla durante un minuto entero.
Luego olvida.
1 comentario:
Maritaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
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