jueves, 22 de enero de 2009

Remembering Virginia

Este domingo se cumplen 127 años del nacimiento de Virginia Woolf. Esta semana he leído dos libros sobre ella. Uno, la recopilación de sus memorias (que ella nunca supo que se convertirían en libro), Momentos de vida, y el otro, Las horas, de Michael Cunningham (Las horas es un homenaje a Mrs. Dalloway, que originalmente iba a llamarse así). Si algo sé de Virginia Woolf es que se mató en marzo del 41 ahogándose en las aguas del río Ouse. Había puesto una piedra en el bolsillo de su abrigo. No sé cuándo me aprendí ese dato. Hubo un tiempo en que ella temía al suicidio.

Esta es la nota de suicidio que le dejó a su esposo Leonard. ¿Puedo decir que es una hermosa nota de suicidio?

Mi querido:
Siento con absoluta seguridad que me estoy volviendo loca de nuevo; siento que no puedo volver a pasar por estos momentos terribles. Y no podré recuperar este momento. He empezado a oír voces y no me puedo concentrar. Así que voy a hacer lo que creo mejor. Me has dado toda la felicidad posible. Lo has sido todo para mí. No creo que haya habido dos personas más felices que nosotros, hasta que llegó esta terrible enfermedad. No puedo luchar más, sé que estoy arruinando tu vida, que sin mí podrías trabajar. Y lo harás lo sé. Como verás ni siquiera puedo escribir esto bien. No puedo leer. Lo que quiero decirte es que te debo toda la felicidad que ha habido en mi vida. Has sido completamente paciente conmigo e increíblemente bueno. Quiero decirte que... todo el mundo lo sabe. Si alguien hubiera podido salvarme, ese habrías sido tú. Todo se aleja de mí excepto la certeza de tu bondad. No puedo seguir arruinando tu vida. No creo que haya habido dos personas más felices que nosotros.
V.

En su texto, Apunte del pasado del libro de memorias mencionado, escribe lo siguiente, muchos años antes de meterse la piedra al bolsillo:
"Una noche estábamos esperando la cena cuando oímos que mi padre o mi madre decían que el señor Valpy se había matado. Lo siguiente que recuerdo es estar de noche en el jardín, caminando por el sendero que pasaba junto al manzano. Tuve la impresión de que el manzano estuviera relacionado con el horror del suicidio del señor Valpy. No pude pasar junto al manzano. Me quedé allí, con la vista fija en las arrugas de color gris verdoso de la corteza -era noche de luna-, en un trance de horror. Tuve la impresión de ser arrastrada, sin poderlo evitar, al fondo de un pozo de absoluta desesperación, del que no podía escapar. Tenía el cuerpo como paralizado".