Terminan las vacaciones por fiestas, mi hermana se regresa hoy a Bélgica, y yo vuelvo a escribir. Estoy en la casa de mis padres y el teléfono suena y nunca lo contesto. Ya no es mi casa, es una certeza. Y está bien.
En estos días he leído las memorias de Virginia Woolf y he visto muchas películas, entre ellas: Australia. La verdad es que me moví demasiado en mi asiento. Mientras mi mamá y mi hermana lloraban, yo ansiaba que las palabras The End, hermosas y góticas, invadieran de una vez el ecran. El trailer me había motivado bastante... una nostalgia por Lo que el viento se llevó (mi película favorita) y su tratamiento del color cuando los fondos eran pinturas. Baz Luhrman ha hecho una cinta políticamente correcta, buscando resarcir de alguna manera la violencia contra las "generaciones olvidadas" de mestizos australianos. Sin embargo una trama emocionante y por momentos conmovedora comienza a flojear cuando algunos personajes secundarios desaparecen de la nada (la tía del niño, el cocinero chino) y los personajes principales se vuelven actores de telenovela ("cantaré para ti" es la frase que dice el niño a cada rato buscando jalar nuestras lágrimas, una detrás de otra). Además los efectos son tan obvios que rompen la verosimilitud de la historia: cuando corren los canguros, cuando corren los búfalos. O la falta de continuidad: hay guerra y no hay sangre en las víctimas; ni la ropa está sucia luego de viajar en barco durante una operación de rescate. Nicole Kidman pone todas las caras posibles, evidenciando todas sus cirugías: en la bañera es la de su personaje de Virginia Woolf en Las Horas, con la nariz apuntando hacia abajo. Hugh Jackman se luce como el hombre más sexy del mundo, sin dudarlo, pero no deja de ser un Clark Gable wannabe. No sé. Son muchas las cosas que me fastidiaron, estaba muy pendiente de la historia, porque mis expectativas con esta cinta eran altas, luego de enamorarme de Moulin Rouge y Romeo y Julieta.
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