miércoles, 21 de enero de 2009

Dos de Pavese

En una librería de viejo de Buenos Aires me reeencontré en diciembre pasado con Cesare Pavese. El libro es Poemas inéditos - poemas elegidos, editado por Librerías Fausto, con traducción y prólogo de Horacio Armani y notas de Italo Calvino. Este conjunto de poemas los escribió Pavese luego de una crisis amorososa y creativa. Dijo que había "rozado la poesía-desahogo y vencido". En esta edición de 1975 aparecían por primera vez en castellano 29 poemas inéditos rescatados por Calvino. Aquí podemos encontrar dos:


POEMAS INÉDITOS
SUEÑO

¿Aún se ríe tu cuerpo a la sutil caricia
de la mano o del aire, y reencuentra en el aire
otros cuerpos, a veces? Tantos de ellos retornan
de un temblor en la sangre, de una nada. Hasta el cuerpo
que se tendió a tu lado te busca en esa nada.

Era un juego voluble pensar que alguna vez
la caricia del aire podría resurgir
como súbito recuerdo en la nada. Tu cuerpo
se habría despertado una mañana, amoroso
de su misma tibieza, bajo el alba desierta.
Un agudo recuerdo te hubiera recorrido
y una sonrisa aguada. ¿Aquel alba no vuelve?

Y se hubiera estrechado a tu cuerpo en el aire
esa fresca caricia, en la íntima sangre,
y hubieras comprendido que aquel tibio momento
respondía en el alba a un temblor diferente,
un temblor de la nada. Tú lo hubieras sabido
como un día lejano supiste que un cuerpo
estaba tendido a tu lado.

Levemente dormías
bajo un aire riente de frágiles cuerpos,
amante de una nada. Y la aguda sonrisa
te recorrió abriéndote los ojos asombrados.
¿No ha vuelto nunca más, de la nada, aquel alba?

POEMAS ELEGIDOS
MAÑANA

La ventada entornada contiene un rostro
sobre el campo del mar. Los vagos cabellos
acompañan el tierno ritmo del mar.

Los recuerdos no existen sobre este rostro.
Sólo una sombra que huye, como de nube.
La sombra es húmeda y dulce como la arena
de una cavidad intacta, bajo el crepúsculo.
No hay recuerdos. Solamente un susurro
que es la voz del mar hecha recuerdo.

En el ocaso el agua débil del alba
que se embebe de luz aclara el rostro.
Cada día es un milagro sin tiempo
bajo el sol: una luz salobre lo impregna
y un sabor de fruto marino vivo.
No existen recuerdos sobre este rostro.

No existe una palabra que lo contenga
o una a las cosas pasadas. Ayer
se esfumó de la breve ventana como
se desvanecerá dentro de poco, sin tristeza
ni palabras humanas sobre el campo del mar.

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