En busca de Klingsor, El fin de la locura y ahora: El jardín devastado. Con este último libro el mexicano Jorge Volpi completa una trilogía sobre el hombre y su destino.
¿Qué tanto podemos involucrarnos en el dolor ajeno? ¿somos capaces de solidarizarnos, ayudar a los demás o solo podemos quedarnos estancados en nuestro propio dolor? ¿nos afectan las guerras recién cuando sube o baja el petróleo, cuando nuestras acciones en cobre se hunden porque el mundo no compra tantas balas? En fin, como se pregunta el propio narrador: ¿es intransferible el dolor?
El libro nos sitúa entre Irak y México. Dos mujeres que lo han perdido todo, condenadas a la muerte, y un hombre perseguido por la culpa. Un intercambio de exilios. La narración en primera persona permite el tono reflexivo, filosófico: "¿Escribir sobre la humanidad en olor de multitudes? Millones de rostros congelados, millones de cuerpos semejantes: la pesadilla de verse tantas veces repetido".
Laila está en Irak. Ha muerto su familia, ha perdido a su hija, debe recorrer el país en ruinas para encontrar a sus dos hermanos.
Ana está en México. Detrás de sus ganas de vivir hay una pena inabarcable, una incapacidad de amar. Y el narrador, azorado en un principio por la posibilidad de salvarla, pasa de héroe a villano. Ya no es lo que soñó para sí, ahora es un hombre en una batalla.
Todos ellos están en un jardín devastado, ya sea Babilonia, la encementada México o el paraíso perdido.
La prosa de Volpi en este libro es elegante, limpísima, no hay palabras de más ni de menos. Los títulos de cada breve "historia", contextualizan y facilitan la lectura. Se lee en dos horas; las reflexiones permanecen mucho más.
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