Es un acierto que la editorial venezolana Monte Ávila Editores Latinoamericana haya publicado la antología Lo que queda, que recoge poemas escritos por José Watanabe entre 1971 y 2005. En el prólogo del libro, Micaela Chirif, dice: "en sus más de treinta años de labor poética, Watanabe ha publicado relativamente poco: seis libros... La explicación de esta brevedad puede encontrarse en que detrás de cada poema se adivina, a pesar de su aparente fluidez, un lento, meticuloso e intenso trabajo. Hay algo de biología comprometida en sus poemas...".
Escuché que Rosella di Paolo dijo en una clase: Watanabe escribía sobre lo que observaba, sobre todo aquello que los demás a veces no vemos, con una precisión tal que es imposible no conmoverse.
La oruga es uno de mis poemas favoritos de Watanabe. Esta muestra de su poesía con alas está en la antología y la reproduzco para invitarlos a comprarla.
Te he visto ondulando bajo las cucardas, penosamente,
trabajosamente,
pero sé que mañana serás del aire.
Hace mucho supe que no eras un animal terminado,
y como entonces
arrodillado y trémulo
te pregunto:
¿Sabes que mañana serás del aire?
¿Te han advertido que esas dos molestias aún
invisibles
serán tus alas?
¿Te han dicho cuánto duelen al abrirse
o sólo sentirás de pronto una levedad, una turbación
y un infinito escalofrío subiéndote desde el culo?
Tú ignoras el gran prestigio que tienen los seres
del aire
y tal vez mirándote las alas no te reconozcas
y quieras renunciar,
pero ya no: debes ir al aire y no con nosotros.
Mañana miraré sobre las cucardas, o más arriba.
Haz que te vea,
quiero saber si es muy doloroso el aligerarse
para volar.
Hazme saber
si acaso es mejor no despegar nunca la barriga
de la tierra.
José Watanabe
No hay comentarios:
Publicar un comentario