domingo, 10 de mayo de 2009

Honestidad

Estoy cada vez más cerca de terminar el libro que estoy escribiendo. Claudia Ulloa, desde su distante y cercana Noruega, me pregunta cómo sé que ese momento ha llegado, nunca se sabe, dice, y tiene razón. Es la sensación de que todo encaja: las palabras se conectan a un engranaje que tiene algo de suerte. Sé que el momento ha llegado porque he sacado los cuentos del cajón de la mesa de noche, los he puesto sobre mi escritorio y he comenzado a reescribirlos. Las manos me tiemblan, literalmente. Es el proceso más difícil, "mutilador", pero el que más me gusta.
Yo creo que para escribir hay que hacerse una endoscopia y dejarse llevar por el descubrimiento y el misterio. Desde los nueve años supe que quería escribir, aunque le dije a mi madre que le traería medallas de atletismo. Me ha tomado mucho tiempo descubrir sobre qué quería, sobre que debía escribir. Lo he intentado, más no puedo escribir de cosas que no me afecten o no me importen. Cuanto más honesta soy en mi vida privada, más honesto es lo escribo. La honestidad me permite crear con libertad. Por eso no me importa mucho si le gusta a alguien o no lo que escribo. Escribo para que me guste a mí.
Es una cuestión de lealtad con mi yo (no super yo, mi yo, nomás).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Onetti:

No busquen ser originales. El ser distinto es inevitable cuando uno no se preocupa de serlo.

No intenten deslumbrar al burgués. Ya no resulta. Éste sólo se asusta cuando le amenazan el bolsillo.

No traten de complicar al lector, ni buscar ni reclamar su ayuda.

No escriban jamás pensando en la crítica, en los amigos o parientes, en la dulce novia o esposa. Ni siquiera en el lector hipotético.

No sacrifiquen la sinceridad literaria a nada. Ni a la política ni al triunfo. Escriban siempre para ese otro, silencioso e implacable, que llevamos dentro y no es posible engañar.

No sigan modas, abjuren del maestro sagrado antes del tercer canto del gallo.

No se limiten a leer los libros ya consagrados. Proust y Joyce fueron despreciados cuando asomaron la nariz, hoy son genios.

No olviden la frase, justamente famosa: 2 más dos son cuatro; pero ¿y si fueran 5?

No desdeñen temas con extraña narrativa, cualquiera sea su origen. Roben si es necesario.

Mientan siempre.

No olviden que Hemingway escribió: "Incluso di lecturas de los trozos ya listos de mi novela, que viene a ser lo más bajo en que un escritor puede caer."