domingo, 22 de febrero de 2009

El lado más humano de Cortázar

Cansada de las lluvias en Montañita que todo lo transformaban en fango y del bullicio de los conciertos en vivo partí esta mañana hacia Guayaquil, donde los carnavales se viven más discretos. He conocido el parque Seminario, con sus viejísimas iguanas, sus dóciles ardillas -una se llevó mi cajita de pistachos. He caminado a través del malecón, el sol estaba lejano, pero calentaba fuerte. Provocaba sentarse a leer, pero ya me he acabado los tres libros que me traje y hasta ahora no encuentro librerías.

Aquí me he enterado, a propósito del aniversario de Rayuela, de las cartas que por fin accedió a publicar Rosario Santos, una de las mejores amigas de Julio Cortázar. Ella recibió desde 1974 y hasta la muerte del escritor 10 años más tarde, cerca de veinte cartas con consejos personales, recomendaciones de lecturas y manifestaciones de su compromiso político contra las dictaduras que polarizaron Chile y Argentina. A los 44 años Santos conoció a Cortázar en Nueva York cuando él participaba en una conferencia y le pidió que lo llevase a los mejores clubes de jazz, una de sus pasiones.

Estos son algunos fragmentos de las cartas escritas por Cortázar:

"Y volvería a vivir por un momento, como muchas veces viví en mi juventud, saboreando el instante puro, sin que estuviera contaminado, como ahora, por el futuro y sus exigencias. Pero esos son sueños de pequeño burgués como dirían mis compañeros de luchas...".

"Es triste que vivamos en una época en que se tiene poco tiempo para leer de corrido libros muy extensos (...) Habría que inventar pedazos de tiempo libre para que uno pudiera comprar al mismo tiempo que un libro. El vendedor entregaría el libro y el tiempo necesario para leerlo".

"Lo malo es que los Videla y los Pinochet, 'inter alia', me siguen obligando a dedicar la mayoría de mi tiempo a actividades para las que, desde luego, no nací, pero que debo asumir".

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