miércoles, 24 de septiembre de 2008

TACONES & THE CITY

Amo las zapatillas y amo el diseño. Puedo reconocer la belleza de un par de tacones bien hechos, aunque nunca los use. Entrevisté hace poco al más talentoso diseñador peruano de tacones. Esta es la historia...
La segunda persona más feliz del mundo cuando Paris Hilton salió de la cárcel fue el diseñador peruano José Luis Gutiérrez Guerrero. Para volver a enfrentarse al mundo después de 23 días de prisión, la Hilton había elegido sus tacones. Conozcamos al maestro zapatero y empresario de 32 años que está poniendo el mundo a sus pies y que afirma: “yo soy el mejor”. Qué Manolo Blahnik, qué Luis Vouitton. Prepárate para Marcello Toshi Creazioni.

En su casa de Cusco, mientras descansaba, el chofer del ferrocarril Marcelo Pascual Gutiérrez se hacía sus propios zapatos. Unos zapatos de cuero tan resistentes que podían durar más de 6 años como nuevos. Su hijo, Luis, observaba cómo los hacía y aprendía todos los pasos: diseñar, escoger los materiales, hacer los cortes, unir las piezas, coserlas, montarlas, acabarlas y rematarlas. Intervenirlos varias veces y celebrar que a los 10 días de trabajo continuo estén por fin listos.
Mucho tiempo después, le tomó por sorpresa reconocer esta misma curiosidad en su propio hijo, José Luis, quien siempre lo observaba diseñar y crear zapatos en su taller de Surquillo. Por eso cuando le dijo: “papá, ¿te puedo ayudar en algo?”, le entregó sin dudarlo unos zapatos de mujer para que puliera alguna mínima falla y les diese forma. El niño de ocho años trabajó los tacos hasta dejarlos perfectos. Más tarde, su padre ingresó como maestro zapatero a la fábrica “Calzaturas Carli”. “Papá, llévame a trabajar”, le decía, y él le respondía: “cómo te voy a llevar, te va a debilitar el pegamento, eres muy chico. Tienes que engordar”. Cuando José Luis estudiaba el tercero de secundaria, su papá le prometió llevarlo consigo un sábado y le pidió que se alistara. El sábado prometido, José Luis se levantó de lo más contento; su papá lo plantó. Se puso a llorar hasta que la mamá debió intervenir: “llévalo, cómo le has mentido”. José Luis recuerda: “nunca me olvidaré todo el camino, estaba emocionado, porque iba a ayudar a mi viejo. Me quedé observando todo el taller, y me senté a su lado para ver cómo trabajaba. El dueño traía diseños de Italia. Le dimos vida a un par de tacones”.


A los 15 años, José Luis diseñó su primer par de zapatos. Se hizo unos botines de cuero negro con aplicaciones de cocodrilo y ángulos rojos. “Los amigos de mi papá me preguntaban por el modelo. Querían mi molde. Que me lo pidiesen maestros zapateros, personas mucho mayores que yo era alucinante”. Tres años más tarde, cuando acabó el colegio a los 18, decidió tener su propia línea de zapatos para mujer. Comenzó a diseñar y a crear tacones en el taller de su padre. Estudió durante 3 meses diseño y patronería por correspondencia con una escuela española. “Seguía con mi papá, él me hizo, me inculcó el arte del zapato. Mi mamá me prestaba la plata. Yo vendía mis zapatos en Lima y en Miraflores. Los dejaba a consignación. En esa época no me pagaban y no funcionó”. A los 22, José Luis se casó y tuvo un hijo, Marcelo. “Siempre tuve la idea de que tenía que hacer algo. Tener una línea propia y una marca que me identificase. Me gustaba lo que hacía, aprendí de los maestros muy joven. Había estudiado y sabía más que los señores de experiencia. Con todo ese conocimiento y siendo tan joven tenía que hacer algo”. Abrió su propia tienda de tacones de cuero, “La huella del lujo”, con la ayuda de su papá en la calle Esperanza en Miraflores. Al comienzo las mujeres no los compraban, no se atrevían a ponérselos, algunas por los colores y sus combinaciones, otras por el precio. “Poco a poco me hice conocido. Entraba una chica y de frente decía “este quiero”. Nunca encontraba algo clásico, sino distinto”.
¿Por qué tacones?
“En la rama de la zapatería lo más fino es el taco alto. Un maestro no puede hacer un zapato de colegio, una zapatilla o una alpargata. Mi viejo hacía tacones y aprendí eso. Si sabes hacer tacones, los demás zapatos los haces con los ojos cerrados. El taco mínimo que hago es 5 y el máximo 12, con plataforma. Me encanta cuando una mujer se pone tacones. Hay un tacón y un estilo para cada personalidad, hasta para las góticas, que quieren zapatos con espuelas a todo dar”.
José Luis pensó en un nombre para sus zapatos, se dijo que no los llamaría como él “como todo el mundo hace”, y buscó –para inspirarse- marcas en revistas italianas. Recordó que a su hermano menor, Sony, le cambiaba de nombre todo el tiempo llamándolo Marcelo, como su abuelo. Cuando se enteró que Marcelo significaba “el hombre que trabaja con el martillo”, bautizó así a su hijo. Con su esposa, Keiko, definieron la marca: Marcello Toshi Creazioni. Toshi es diminutivo de Toshiro, que en japonés significa: “el que va en ascendencia”. Keiko siempre atendía a los clientes del local. Un día le dijo, sorprendida: “las gringas son las que más vienen”. Él le respondió que ya sabía que sus zapatos eran más valorados por las extranjeras. Keiko le dijo: “estoy muy orgullosa de ti”.

De Surquillo a Hollywood
En diciembre de 2004, llegó hasta la tienda Kerry Clarkson Valdivia, empresaria de madre peruana y padre estadounidense. Le encantaron los tacones y quiso hacer negocios. José Luis le diseñó 4 modelos distintos y Clarkson se los llevó de muestra. Luego de venderlos a sus amigos de Los Ángeles, le pidió más tacones. José Luis invirtió su propio dinero para enviárselos y se dijo: “esto va a regresar multiplicado”. Clarkson consiguió colocarlos en varias boutiques de Hollywood. “Los zapatos que iban fuera no se vendían aquí, jamás, para que fuesen exclusivos. Soy muy celoso de mi trabajo”. En una de estas boutiques, Paris Hilton vio dos Marcello Toshi Creazioni y se encaprichó. Se trataba de un “Princesa”, taco 9, en cuero de ante gris, de 320 dólares; y botas vaqueras en dorado con negro, también taco 9, de 625 dólares. Hilton los mandó a recoger con su papá. El día que salió de la cárcel, tras violar su libertad condicional al manejar ebria, lucía los “Princesa”. Los paparazzi dispararon sus flashes sobre ellos, uno tras otro, la fashion police alertó sobre su aparición, las revistas de modas querían entrevistas, los nuevos modelos de la temporada; todo parecía un sueño. Marcello Toshi Creazioni se había vuelto una marca reconocida y vendía más. Clarkson la había registrado y daba las entrevistas como creadora y creativa de la marca. Apenas lo supo, José Luis decidió romper relaciones comerciales con ella.

De Hollywood al mundo
José Luis está diseñando ahora una nueva línea de tacones para Nueva York y ha conseguido nuevos clientes de boutiques en el extranjero para sus creaciones. Los últimos dos años ha participado en Perú Moda. Este año ha estado en el Prêt à Porter de París, que recibe a más de 40 mil visitantes, y el WSA Show en Las Vegas, la feria más grande del mundo de la industria del calzado, los bolsos y los accesorios. Pronto viajará a París, invitado por Ethical Fashion Show, una feria que convoca a las empresas que trabajan el tema del “comercio justo”. Es el único representante peruano en el rubro calzado. “Cuando viajo observo mucho, me inspiro, me esfuerzo para ser más creativo. Soy el mejor”. Ha puesto un taller en la zona industrial de San Juan de Miraflores; cuando llega a los máximos picos de producción contrata hasta 15 maestros zapateros. Espera abrir mercado en Europa y tener su propia tienda en Nueva York, exclusiva, pequeña, nunca muy comercial. ¿Una tienda en Lima? “Pero si el metro cuadrado en Gamarra es más caro que en Nueva York”. Le enseña todo lo que sabe a su hijo Marcelo, hoy de 9 años. “Es un artista dibujando, diseña, hace sus propios zapatos. Se la cree, sabe que es famosísimo”.

1 comentario:

Luis Eduardo García dijo...

Hola Katya,
leí tu generoso comentario a Teorema del navegante. Te lo agradezco de todo corazón.
Acabo de enlazarte a mi blog.
Espero que sigas colaborando en la revista díatreinta.
Me gusta mucho tu mirada "estrafalaria" del mundo.
Un abrazo,
Luis Eduardo