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"Los cuentos no se cuentan solos. No hay más ficción que la propia.
Hace no mucho, en un congreso de escritores, conocí a un anciano narrador de Kenia que comenzaba su mejor historia con esta frase: “El león sabía que los corderos se escondían…”.
Muy bonito, pero falso.
El león no sabía nada, lo sabía el cuento.
El escritor es el león y el cordero y también Alicia y Orlando y Lolita.
El escritor es un imbécil que se cree Dios, y Dios es un imbécil muy parecido.
A menudo alguien pregunta si no da cierta vergüenza hablar de la propia vida, sin darse cuenta de que hay que tenerle un respeto mayor a las criaturas inventadas, porque sólo ésas son del todo inocentes.
El animal que se reconoce es un animal enfermo, el resto de los animales están a otras cosas.
Yo más Yo somos todos, y éste no es más que un trabajo como cualquier otro. El fontanero no es el dueño del agua, el que porta la antorcha no es la luz".
Fuente foto: El País
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