lunes, 28 de julio de 2008

Recorriendo la FIL


La FIL Lima es un lugar de encuentros y reencuentros. Emociona ver la cola en la boletería y que los stands estén llenos de libros y de gente que pregunta por ellos... incluso los abre y los huele; el olor de la tinta es tan amado con el del pan. Hacía mucho calor, pero era era el calor propio de una fiesta, de estar hermanados y divertidos por algo en común. Caminando me encontré con Claudia Ulloa, Ezio Neyra, Patricia Miro Quesada, Iván Thays, Pedro Casusol, Pierre, Karen, Doris, y tantos otros amigos. El martes en la mañana tendremos un "tour literario" para comprar tantos libros como la grati lo permita, pero ayer encontré, gracias a Andrea Fernández, una nueva amiga trujillana, un puesto que ofrecía textos de Anagrama a 10 soles. Con Claudia juntamos once libros para poder pagar con Visa y ya no en efectivo. Coincidí, como en todas las ferias, con José Dellepiane, posiblemente el único autor que impulsa todos los días sus propios textos, sonriente y estoico delante de su banderola.

Estuve en la presentación de la reedición de Un único desierto, de Enrique Prochazka, a cargo de Matalamanga. Muy correctas las intervenciones de Augusto Effio y César Gutiérrez, pero me quedo con la de Óscar Limache: "ahora ya no tenemos Un único desierto, sino Dos únicos desiertos". Prochazka dijo que escribe como lee, cuestionándose todo, sopesando cada palabra y su musicalidad, amparado en la certeza de que tarde o temprano encontrará a la esquiva, la que tanto ha estado buscándolo.

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