lunes, 7 de julio de 2008

Definitivamente, tal vez


Anda al Cineplanet Risso, compra una cancha gigante o caletea un choripan de Plaza Vea. Cuida tu canchita, algunos niños que van por Kung Fu Panda y la voz de Bruno Pinasco te empujarán. Ingresa a la sala 8, donde hay un cartel que señala El novio de mi madre, y prepárate para ver una de las películas románticas de la década, según mi humilde opinión. Pero no me refiero a El novio de mi madre, ese cartel cuelga equivocado pese a la sonrisa de la Pfeiffer: en la sala 8 dan Definitivamente, tal vez. Si viste When Harry met Sally y Sleepless in Seattle, definitivamente sabrás de qué estoy hablando cuando llegues a la mitad de la película. Tres mujeres, un padre a punto de divorciarse, una hija curiosa, todos encantadores y llenos de defectos, y una canción perfecta que acompaña cada recuerdo. Los creadores de Realmente Amor y El diario de Bridget Jones deben estar muy enamorados, porque han causado sonrisas en los que aman y en los incrédulos... dos horas de registro sobre las consecuencias positivas o negativas de las elecciones cotidianas, incluso las políticas. Un gesto define a una persona tanto como sus debilidades. Un buen concepto define a una película. Cuando padre e hija caminan vestidos con los mismos tonos de marrón o de negro y los extras también, la cámara hace un paneo a todas esas coincidencias que nos separan o nos unen. Sí, somos como los pingüinos. Y como siempre todo en la vida es sobre atravesar o no el puente. ¿Recuerdas Match Point?

Llámame romántica si quieres, aunque no me gusten las rosas comunes, ni que me abran la puerta. Pero esta es una buena película. Y curiosamente comienza a mejorar desde el primer tercio, en vez que a empeorar. Y por favor, no vayas a ver El fin de los tiempos. Cómprate en todo caso Sexto sentido y recuerda con esperanza al mejor Shyamalan.

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