domingo, 18 de mayo de 2008

Lars y una chica de verdad


Una ilusión puede ser tan fuerte que reestructure nuestra forma de comprender la realidad, nuestro comportamiento en sociedad y nuestro enfrentamiento diario con la vida. Así lo creyó Craig Gillespie, agudísimo director de Lars ant the real girl. Ryan Gosling (¡por fin puede demostrar todo su talento!) interpreta a un hombre atrapado entre las frustraciones y las carencias afectivas que adquiere una muñeca de plástico, a medida, para alcanzar el amor por encargo. Rechazado por su propio hermano al principio (si él está loco, yo también lo estoy), Lars consigue que todo el pueblo ultraconservador (¿qué... tiene sexo con ella?) se encariñe con su novia Bianca tan plástica y bonita (mitad brasileña, mitad danesa), en su silla de ruedas. El recurso de la silla de ruedas es genial, porque así Lars justifica por qué Bianca no puede moverse y debe "cargar" con ella a todas partes. Cuanto más ella se hace querer, Lars deja de contemplarla para comenzar a verse a sí mismo. No voy a contar el final, no asustarse, pero en una de las últimas escenas en un lago comprendemos que él renace. Esta no es una historia que clama: "ojo, el amor está cerca y no lo reconocemos". Es simplemente una historia sobre reconocer el amor en uno.

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