En las marrones bibliotecas del Santa Úrsula se puede leer de una deliciosa manera, recorriendo las palabras con cariño, atenazándolas, como diría mi amigo Iván. Hanne se la pasaba forrando libros y me dejaba llevar varios a la vez, ni me apuntaba. Yo encontré en las páginas a los amigos imaginarios que me enseñaron a volar. Estos son los primeros libros que me susurraron: ¡Escribe!
-Corazón
-El Principito
-Viaje al centro de la tierra
-Las aventuras de Tom Sawyer
-Todos los de Enid Blyton
-La Cabaña del Tío Tom
-El Tulipán negro
-Los tres investigadores de Alfred Hitchcock
-Un cuento de Navidad
-Los tres mosqueteros
-La isla del tesoro
-Los viajes de Gulliver
-Robinson Crusoe
-El Profeta
Leía contra la pared del baño con un vaso de Milo bien espeso. Leía en la cama con el libro encima del cuaderno. Leía contra el pino que ya arrancaron de raíz. Leía esperando mi turno en las ligas. Leía y me sabía en un mundo feliz: Mi familia vivía en un árbol, yo tenía un tapabarro pirata y sólo de vez en cuando me parchaba el ojo para no ver.